Antes de profundizar en lo que nos interesa: el
concepto de Voluntad de Poder en Nietzsche, es preciso comenzar entendiendo lo
que él entiende por Valor. Es imposible hacer el abordaje de la idea de nuestro
pensador sin tener en cuenta otras ideas suyas, pues todas tienen relación
compleja y no se las puede abordar por separado. Así, valor se entiende como: el
punto de vista del “valor” es el punto de vista de las condiciones de
conservación y aumento por lo que se
refiere a formaciones complejas de duración relativa de la vida dentro del
devenir (Voluntad de Poder. Aforismo 175). Ahora bien, como dimos a
entender con el sugestivo título de este ensayo, seguimos especialmente el
estudio que hace Martín Heidegger[1] acerca
de la voluntad de poder en Nietzsche.
Habiendo hecho esta salvedad y luego de citar la
definición de Nietzsche de valor, ya podemos introducirnos un poco más en lo
que nos interesa.
Nos tomaremos de la última palabra, casi
desapercibida, que aparece en la definición citada: devenir. Entiéndase devenir
como tránsito, movimiento, cambio constante, de un lugar a otro. Así, este devenir
no es sino aquello que determina a lo ente –hablando como lo hace Heidegger- en
su esencia pero expresada como voluntad
de poder. Podríamos decir que el devenir se expresa como voluntad de poder
y este es el rasgo constitutivo de la vida. En este sentido, vale recordar que
para Nietzsche, devenir, voluntad de poder, vida y ser, son lo mismo. Si nos
preguntáramos qué es el Ser para
Nietzsche –e incluso si existe en su pensamiento este concepto-, es suficiente
decir que sí y que podemos entenderlo tanto como devenir, voluntad de poder y/o vida.
Ahora bien, dentro de la vida, en el devenir, lo
vivo –el ser vivo, en este caso, siguiendo a Heidegger, el hombre-, se
configura en centros de voluntad de poder: estos pueden denominarse: Estado,
religión, ciencia, sociedad, instituciones públicas, etc.; es decir, en todas
las manifestaciones culturales que nos parecen tan normales e inocentes pero
que en algún momento de la historia el ser humano las fue inventando.
Por otro lado, volviendo a la consideración acerca
de la voluntad de poder, ella determina los puntos de vista de las
valoraciones. Dicho de otro modo, es el principio de instauración de valores.
Ya sabemos que –desde Nietzsche- los valores no podríamos siquiera osar
considerar como absolutos, dictados
por algún dios a los hombres, sino como invenciones humanas en el afán de
desplegar la voluntad de poder. Por consiguiente, la voluntad de poder es el
mismo principio de transvaloración de
todos los valores antiguos porque es devenir –tránsito, movimiento constante,
como iniciamos diciendo-, y es origen y fundamento de todas las valoraciones.
De este modo, aquel ser que viniera a crear nuevos valores, a representar algo
nuevo a la humanidad, deberá necesariamente tener su voluntad de poder en
despliegue constante, ya que no podría detenerse nunca.
La voluntad de poder, como bien lo expresa Nietzsche
en su Así habló Zarathustra, está
presente en toda realidad viviente. Este es un constitutivo intrínseco de la
vida y por lo tanto nadie escapa a su imperativa realidad.
No obstante, sería bueno comprender qué es esto de
voluntad de poder en su misma esencia y para eso es necesario que nos pongamos
a estudiar cada realidad[2]
por separado.
Entiéndase voluntad
como querer. La voluntad podría
decirse que implica carencia: quiero porque no tengo. Ahora bien, este querer
aquí no es una simple carencia ni siquiera tampoco un mero querer sin más. Es querer ser señor; es decir, querer dar
órdenes, dirigir, ordenar, mostrar el camino, tener autoridad sobre algo. Por
eso, ordenar es más difícil que obedecer pues implica autosuperación constante.
Se autosupera a sí misma la voluntad. Es por esto que esta realidad es devenir,
no se puede detener pues el detenerse mismo ya es decadencia. La autosuperación
es una constante para la voluntad por eso siempre quiere. Por otro lado, poder es eso mismo: poder, autoridad,
señorío sobre algo. Así, como acabamos de decir, la voluntad de poder es entonces
querer tener autoridad sobre algo (alguien).
Por lo dicho arriba, llegamos a vislumbrar que la
voluntad de poder es la misma esencia del poder. No puede existir una voluntad
de nada sino siempre va ser de poder.
Es contradictorio hablar de una voluntad vacía o que no aspira a nada, siempre
va a querer algo y en este caso es el poder que la ayuda a autosuperarse,
alimentarse, crecer siempre.
A partir de ahora, la voluntad de poder va a buscar
como autoalimentarse. Precisamente así surgen, como condiciones de la voluntad
de poder, los valores. Estas son
creaciones extraordinarias de ella. Sustentará estos valores la también
engendrada verdad. La voluntad de
poder se quiere desde la verdad y los valores son los pilares por los que ella
se va a sostener.
Por todo esto, Nietzsche sobrevalorará el arte. El arte es el estímulo de la vida,
de la voluntad de poder. Es creación de posibilidades de la misma voluntad. Por
consiguiente, el arte es el valor supremo, incluso más que la verdad pues él
crea la verdad.
Finalmente, entendemos la voluntad de poder como
querer ser más, autosuperación constante en el devenir, creación,
transmutación, fijación de valores, de verdad, generadora de vida.